Cualquier rincón es bueno,
cualquier fracción idónea. El gran conjunto de las situaciones es el mejor
banco de experimentación para un observador. Lo abarca –casi- todo. En un
momento u otro, cualquier cosa o carne puede acabar en su red inteligente.
Huelga decir que los ignorantes son los únicos seres que, aunque de forma
inconsciente, escapan a las dimensiones de su proyecto vital.
La
profesión de observador abstracto es inusual, poco conocida. No obstante,
pueden acceder a ella todos aquellos que, sin llegar a entender ni conocer la
esencia primera, y más por su innata lucidez que por predisposición
voluntarista, logran avistar algún indicio de la materia sensitiva. Los
planteamientos en este vasto campo serán siempre laboriosos, enérgicos y al
mismo tiempo implacables. La ejecución del trabajo, no obstante, mediante una
adecuada y constante preparación, resultará suave y distendida.
El observador abstracto es eficaz
por naturaleza; tanto en lo que respecta a la acción derivada de la propia
observación, como en el archivo, cómputo y combinación de los datos que esta
aporta. Su genuina capacidad para intervenir en todo tipo de procesos, bien
para variar su trayectoria, bien para enriquecer sus contenidos, es ilimitada.
En consecuencia, su medida es la medida de sus propias intenciones. Como fluido
singular de un contenedor que también lo es, posee la potencia y el ímpetu
necesarios para recorrer cualquier distancia fuera de sus límites, llevar a
cabo las misiones que se ha trazado y replegarse en sí mismo una vez
contrastados los resultados en el programa motriz. Es un espécimen tremendamente
agudo y muy perseverante. Una extraña mezcla, a partes iguales, de afectividad,
devoción y mala hostia ilógica. Sus maneras no son del todo razonables, pues no
da cuenta de esquemas ni de pautas adscritas a convenciones regulares. Actúa
sin violencia. Se mueve por impulsos aparentemente ciegos, y sus prerrogativas
energéticas son las mismas que rigen las todavía desconocidas leyes del universo.
Cambia de programación a voluntad; también de escenarios, de objetivos y de
protagonistas, pero jamás traiciona sus fundamentos orgánicos. Capaz de
adaptarse a cualquier situación, sabe sacarle el mejor partido a cualquier reto.
Pero… en el preciso instante en el que todo parece estar en línea y bajo
control, lanza un aviso apenas perceptible y muta. Para cuando alguno cree
estar tras su pista, esta ya no existe y el horizonte
tiene otras medidas y otra orientación. Palpita sin descanso.